Mariano Mores, creador extraordinario del tango.
El cielo se estaba abriendo para dar paso con honor y gloria al maestro y amigo Mariano Mores.
Fue una hermosa y muy importante oportunidad humana poder compartir días, canciones y grabaciones con el maestro Mariano.
Mediante una persona conocida nos
conocimos en una cena y fue cuando me dijo: "Andresito, sos el futuro
de la música popular de nuestro país"...
Yo ni me había sentado y no
estaba -entonces- para créemelo demasiado, pero la palabra de los sabios
esta para escucharse. Siempre traen algo de razón consigo.
Entonces quedamos para visitarnos en su casa de Barrio Norte y escribir juntos una canción: Jugar con Fuego.
El maestro era exigente con la
métrica, la formalidad de la canción y las palabras. El también
pulimentaba su arreglo en una partitura que ganaba en interés y enjundia
cada día, cada tarde que compartíamos en su piso recoleto.
Hablamos mucho y de muchas cosas
en aquellas semanas escribiendo, entre otras cosas le confesé la
importancia de la grabación: no siendo yo un hombre de partituras. Que
necesitaba un registro grabado para tener la canción y recordarla.
Entonces nos encontramos en los estudios de grabaciones Del Abasto.
Alguna sesión fue filmada y perdida en las mudanzas o en las mudanzas vitales.
Como corresponde.
Aquello fue realmente el comienzo de una importante amistad con el maestro.
Me invito a cantar con piano y
con orquesta en sus extraordinarias actuaciones en los teatros de la
calle Corrientes, conciertos salpicados con danza folklórica y grande
identidad argentina, fui su invitado de honor y le pedí que me firme un
pañuelo donde escribió una dedicatoria honorable. Grabamos dos canciones
más en las sesiones de mi álbum Honestidad Brutal, siempre con detalles
para el recuerdo histórico, desde la ropa con que se presento,
elegantísimo, para grabar con JB, hasta las palabras dichas que hoy
prefiero atesorar con los recuerdos inéditos. Mariano me dedico un
elogio formidable que quizás tres personas escuchamos y que el pudor me
invita a conservar prudente en el silencio de la despedida: Gracias,
maestro!
En el tiempo que la fortuna quiso
compartiendo encuentros con Mores conocí más de su dimensión de creador
y figura primordial de la música nuestra y universal; sus éxitos, sus
convicciones, su calidad humana, su calidez familiar, su generosidad y
las cosas que nos contamos los hombres que conocemos los pliegues de la
noche y las bambalinas del espectáculo.
Que elegancia la de Mariano Mores, que me esperaba de punta en blanco después de echarse una siesta cada tarde en su casa.
Y que músico de primerísima categoría, de los que ya no existen.
Hasta siempre, grande entre grandes: Mariano Mores.
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