La Asamblea del Año XIII aprobó el poema de López y Planes como
"Única Marcha Nacional". La versión de la familia del autor sobre los
acontecimientos de aquellos días. ¿Cómo se inspiró Vicente López?
El 11 de Mayo conmemoramos el Día del Himno Nacional Argentino.
Fue el último de nuestros símbolos patrios en ser creado,
después de la
escarapela, la bandera y el escudo). Fue aprobado por la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII,
por medio de este decreto: "Hemos recibido con fecha de ayer la
soberana declaración que sigue: ' La A.G.C. (Asamblea General
Constituyente) de las Provincias Unidas del Río de la Plata ha expedido
el decreto siguiente: Aprobada por esta A. G. la canción que por comisión de este Soberano cuerpo en 6 de marzo último ha trabajado el diputado López;
téngase por la única marcha nacional, debiendo por lo mismo ser la que
se cante en todos los actos públicos, y acompáñese en copia certificada
al S. P. E. (Supremo Poder Ejecutivo) al efecto. Lo tendrá entendido el
S.P.E. para la debida observación y cumplimiento. Buenos Aires, 11 de
mayo de 1813. Fdo. Juan Larrea. Presidente de turno. Hipólito Vieytes.
Secretario".
El decreto tiene fecha del 11 de mayo, sin embargo la aprobación de la Canción Patria tuvo lugar el día anterior; en la sesión del martes 10 de mayo de 1813, porque el miércoles 11 el Cuerpo no sesionó.
El
decreto transcripto nos revela que la Asamblea aprobó el poema
presentado por el diputado Vicente López y Planes, que le había sido
encomendado el 6 de Marzo. Es decir, que el cumplimiento de su
encomienda le llevó al autor poco más de dos meses. En ese entonces,
López era un joven parlamentario de sólo veintinueve años de edad
(bastante alejado de los retratos que de él tenemos en la memoria, que
datan de su madurez).
La versión de la familia López
El propio Vicente López, en una narración que comenzó él, completada hacia el año 1885 por su hijo Vicente Fidel López, cuenta que en abril de 1813 fue "comisionado
por la Asamblea de las Provincias Unidas para presentar una marcha
nacional". López y Planes ya había incursionado en las letras al
escribir su Triunfo Argentino, un romance de estilo castellano y de naturaleza épica, en homenaje a la victoria porteña sobre los invasores ingleses,
cinco años atrás (cuando el autor tenía veinticinco). En esta memoria,
escrita muchos años después de los hechos, Vicente López afirma que el
encargo se le efectuó durante el mes de Abril. Sin embargo, es más
creíble la versión contemporánea oficial, expuesta en el decreto citado
más arriba.
Curiosidades de la letra del Himno Nacional
Rememora
su nieto, Lucio Vicente López, que "Don Vicente López había nacido el 3
de mayo de 1784 en la misma casa en que murió en 1856 y, cosa singular,
en la misma habitación". Es decir, que al fallecer tenía setenta y dos
años. "Esa casa en la que lleva hoy el número 295 en la calle del Perú.
La mayor parte de las higueras de su huerta fueron plantadas por sus
antecesores... El Himno Nacional fue escrito en la segunda habitación
de la entrada de la casa mencionada, sobre una mesita de caoba de abrir
y cerrar, comprada por la familia López a oficiales de Whitelocke
en las invasiones inglesas". Es curioso advertir que nuestro Himno se
escribió sobre una mesa británica, adquirida a los enemigos, concluidas
las Invasiones Inglesas. "Se conserva esta tabla sencilla en que se
vació el primer modelo de las marciales estrofas. Se conserva igualmente
el tintero que contuvo la tinta que sirvió para escribirlas", escribe
el nieto del autor.
¿Cómo se inspiró Vicente López y Planes?
Parece que la labor de don Vicente no fue sencilla, ya que le costó mucho conseguir la inspiración suficiente para redactar las estrofas de la Canción Patria.
Nuevamente recuerda su nieto: "El poeta desde fines de abril pedía
inspiración a las musas y cuenta él mismo que una atmósfera húmeda y
pesada que influía notablemente en su sistema nervioso lo traía laxo y
abatido desde días atrás, sin luz ni nervio en la mente. Varias veces, sin embargo, ensayó sobre el papel, golpeando en vano en el parche épico dos o tres estrofas...
Pero ni la inspiración, ni el metro, ni el poeta mismo se mostraban
dignos de la epopeya revolucionaria que ya en 1813 había batido a los
españoles en Tucumán y Salta, en el Alto Perú, en San Lorenzo y en la
Banda Oriental. El poeta arrojaba la pluma descorazonado, sin ánimo,
rendido por una esterilidad del numen, que lo hacía desfallecer... El
poeta rehuía sus amigos; sólo conocían sus inquietudes, sus zozobras
prometeanas, Don Esteban de Luca y Don Manuel García... El poeta buscaba
el astro perdido del Triunfo Argentino".
Un episodio singular
vino a infundir en nuestro poeta la inspiración que precisaba para
culminar su labor. Prosigue relatando Lucio Vicente López: "La noche del
8 de mayo (que era domingo), López se puso su frac de grandes cuellos y
solapas, abierto sobre la esponjada pechera de valencianas, se cubrió
en su capa roja, y atravesando la calle solitaria del Perú, casi a
oscuras entonces, y con no pocos pantanos, llegó a las puertas de la
Casa de Comedias, donde los actores del tiempo, Morante entre ellos,
daban el Antonio y Cleopatra de Ducós... El poeta ocupó su modesto lugar
en el patio del teatro que en pocas semanas después debía resonar el
Himno Nacional con las notas de Don Blas Parera... En aquellos días el teatro era la fragua del entusiasmo en que se templaban los patriotas, como lo fue muchos años hasta 1818... Después del segundo acto, López, deshaciéndose de sus amigos, que procuraban retenerlo, salió del teatro, con el pecho henchido de inspiración. Puede decirse que el himno había nacido desde aquel momento".
Podemos decir que, durante la interpretación de una obra teatral basada en la historia de la Roma clásica,
la musa inspiradora que tanto había buscado, en forma esquiva, abordó a
nuestro poeta. Y de su mente y de su corazón empezó espontáneamente a
brotar el poema marcial, que nacía con su glorioso "Oíd Mortales". En
ese momento, el joven diputado no quería perderse, por nada en el mundo,
este ataque de inspiración que aprovecharía para concluir la obra
encomendada hacía dos meses.
"Por la calle, López, con paso
acelerado, procuraba llegar pronto a su casa, porque las estrofas, una
detrás de las otras, se presentaban a sus labios, se amontonaban y
desparramaban, buscando la hoja de papel en que debían vaciarse. Llegó a
su casa a las diez de la noche, encendió la luz, y allí sobre la mesa,
casi vertiginosamente, cayeron una a una las octavas que un año después
debían sonar en todos los ejércitos argentinos y ocho años después en
toda la América del Sud. López no durmió aquella noche, leyó y releyó
sus estrofas; su entusiasmo, su excitación, no le permitieron enmendar
los versos débiles de que algunos de ellos se resienten". De esa manera
explican, en el ámbito de los López, algunas deficiencias, errores o inconsistencias en la letra de nuestra Canción Patria.
Los días siguientes al 8 de Mayo
Por la excitación de tener casi su labor magistralmente cumplida, López no pegó un ojo en toda la noche.
Su nieto escribe: "No duerme. Por la mañana corre al encuentro de sus
amigos; lloran sobre los versos en que amanece la Nación; los recitan en
las tertulias encumbradas y los aplauden los gobernantes, la sociedad
culta, los allegados".
"Al día siguiente, López, como Ronget de Lisle (el autor de la Marsellesa,
la canción patria francesa), buscó a sus amigos; a Luca, Passo (don
Juan y García), y les leyó su borrador, arrancando en ellos las primeras
lágrimas de entusiasmo que debía hacer surcar por rostros argentinos la
canción patria. El 11 de mayo de 1813 la presentaba a la Asamblea y era
aclamada unánimemente".
Así, prácticamente, sin imaginárselo, y
de modo totalmente casual, este joven diputado a la Asamblea del Año
XIII nos obsequió a los argentinos las estrofas que hasta el día de hoy
resuenan en nuestros pechos, cada vez que la entonamos, con orgullo y
emoción.
Completa
esta narración el hijo del autor, el historiador Vicente Fidel López:
"Conociendo la grande importancia que los cantares heroicos tienen para
levantar y simbolizar el entusiasmo patriótico de los pueblos, la
Asamblea encargó a Fray Cayetano Rodríguez y a don Vicente López,
indicados ya por obras análogas en los años anteriores, que presentasen
dos himnos para elegir el que había de ser consagrado como 'Himno
Nacional'. Abierta la sesión el 11 de Mayo (1813) el señor López
presentó su canto heroico. Desde la primera estrofa prorrumpieron con
estrépito los aplausos de los diputados y de la barra. El señor
Rodríguez declaró que no tenía pronto, ni presentaría el suyo, porque su
opinión era que debía sancionarse el que acababa de leerse. La
Asamblea lo aclamó en el acto; mandó que se entonase en todas las
fiestas oficiales, y que en la aurora de los aniversarios del
'Veinticinco de Mayo', los niños de las escuelas se congregasen en la
plaza comunal a saludar el sol naciente con el canto nacional.
La concurrencia de la barra salió por las calles declamando: 'Oíd
mortales, el grito sagrado – Libertad, libertad, libertad', que les
había quedado en los oídos...".
Siendo tan pegadiza nuestra
canción patria, nuestros ancestros, hace más de doscientos años, sin
tener aún la música para cantarla, salieron por las calles porteñas
recitando, en alta voz, sus primeros versos, con un inusual entusiasmo,
identificándose al instante con sus vibrantes estrofas que hasta el día
de hoy nos conmueven y nos llegan a erizar la piel.
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