El espectáculo es único en el mundo y ya tiene 16 años.
La imagen parece sacada de una historia de Julio Verne: un hombre de sotana blanca se pone una escafandra y se sumerge 300 metros mar adentro en medio de la noche, el viento y las olas que rompen contra el muelle de Puerto Madryn. "Las condiciones no están dadas para el buceo un día así", dice alguien desde arriba de la estructura yagrega: "mucho menos de noche". Pero para ese
momento el hombre ya no se ve desde la superficie.
Pero todo empieza mucho antes de esa escena, de día, todos secos y con la cruz en alto, en la basílica Sagrado Corazón de Jesús, en la esquina de Marcos A. Zar y Manuel Belgrano, frente a la plaza principal de Puerto Madryn. Ahí 433 personas, que a lo largo del recorrido se van a ir convirtiendo en muchas más, rodean una cruz que como primer detalle es cargada en los hombros de hombres y mujeres en traje de neoprene y torpedos naranja estilo "Baywatch".
Y los detalles no terminan ahí. El padre Jesús le explica al móvil de LU17, la radio local, que a pesar de que todo está listo hay que esperar unos minutos más para comenzar el recorrido de las 14 estaciones que hacen al via crucis y que representan los 14 pasos que debió dar Jesús en su camino al Calvario. La espera no es un capricho, él sabe que debe llegar al muelle de noche, no por una cuestión religiosa, por el show.
La
tradición nació en el año 2000. "Teníamos una necesidad de que Puerto
Madryn convoque más gente en Semana Santa, en esta época no hay
ballenas, los pingüinos ya se fueron, y decidimos hacerlo haciendo lo
que sabíamos hacer en la capital nacional del buceo", cuenta José María
Goiti, más conocido por todos como "Popeye", uno de los fundadores de
este via crucis alternativo, que no tiene antecedente en el mundo.
"La
iglesia siempre nos dijo, 'si es una ceremonia religiosa nosotros
acompañamos' y lo hacemos con mucho respeto la verdad", comenta Popeye,
que bromea: "estamos haciendo lío", y la frase no es casual. Sus
palabras remiten al papa Francisco, que 16 años atrás apoyó la
iniciativa cuando era Jorge Bergoglio y oficiaba de Arzobispo de Buenos
Aires. Este viernes santo él oficia una misa en el Vaticano como máximo
representante de la iglesia católica y en la noche de Madryn,
prefectura, buzos profesionales, gente embarcada y gente en tierra, se
organizan para seguir con el lío que él empezó, mientras un muelle y una
playa repletas de gente, esperan para verlo.
De las 14 estaciones que hacen al via crucis de Madryn las primeras
9 se hacen en tierra por las calles de la ciudad, tres bajo el agua y
las últimas dos nuevamente en la superficie. El primero en hacerlo, por
recomendación del propio Bergoglio, fue el padre Juan Gabriel Arias que
por ese entonces era sacerdote en el barrio de Belgrano, en Buenos
Aires, y que aprendió a bucear exclusivamente para ser parte de la
locura.
Arias iba caminando bajo el agua, con una escafandra
puesta porque necesitaba continuar leyendo inclusive en la profundidad,
mientras sus palabras eran transmitidas por la radio y los parlantes del
muelle. Hoy el padre buzo misiona en Mozambique, África, y por eso su
lugar lo tomó "Pinino", un guía turístico local, el más experimentado de
la zona debajo del mar, que realizará las tres estaciones submarinas.
"Esto nace como una idea loca de los buceadores", le admite Cecilia Torrejón, ministra de Turismo de la provincia de Chubut a minutouno.com.
"Esta es la edición número 13 porque hubo tres años que se discontinuó
por cuestiones climáticas", explica, y destaca: "mucha gente de la que
está acá quizás no participaría de un via crucis si no fuera por la
novedad, y la iglesia también así lo ha entendido, porque a partir de
esto mucha gente que quizás no va a misa se acerca en estas épocas donde
necesitamos tanto entendimiento, tanta paz".
"Empezamos a
armar esto con Popeye y algunos buzos , empezó a trascender, y no
tenemos noción de que se repita en ninguna parte, aunque si se repite es
bienvenido", dice por su parte German Muller, otro de los pioneros de
la idea 16 años atrás, hoy secretario de Turismo de Puerto Madryn,
mientras a apenas unos metros de él los buzos se preparan para la
inmersión porque la cruz está cerca.
La cruz llega tras las primeras 9 estaciones, y recorre el muelle
de Puerto Madryn. Entre las anécdotas y él boca en boca de los locales
está la de un año en que la cruz se hizo con troncos de palmera y nunca
se hundió, de los errores también se aprende. La de este año fue hecha
con tubos de pvc, huecos y donada por un grupo de buzos de Mar del Plata
que después de hacerla bendecir por el arzobispo de esa ciudad, la
trajeron en peregrinación hasta Madryn.Cuando llega a la
punta del muelle desde donde deberá ser tirada al agua, un último
detalle: la cruz se ilumina. Los buzos también llevan luces, mientras en
los altoparlantes la voz de Pinino dice "es difícil imaginar a un
hombre en una cruz, clavado por sus propias criaturas", él ya hace
varios minutos está abajo del agua y transmite desde las profundidades
rodeado de un sonido constante de burbujas que es reproducido por los
altavoces del muelle.
La cruz verde flúor recorre brillante el camino hasta la orilla donde la
esperan los fieles y el padre Jesús, el mismo que empezó ese recorrido
desde la plaza y que ahora se dispone a terminarlo. El via crucis de
Madryn es único en el mundo y propio, mitad acto religioso, mitad
espectáculo de luces y sonido al que muchísimas personas le ponen el
cuerpo, y se lo apropian a partir de ponerle un poco de su propia
identidad. Tiene ese plus de lo que se animan a hacer lo que hacen
todos, pero diferente.
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